¿Cuántas veces estás dispuesto a empezar desde 0?
Vendiendo panes en las fincas plataneras y bananeras, William Caro llegó a Urabá hace más de 20 años en busca de una mejor calidad de vida para él y su familia. En las largas caminatas por los cultivos, notó que los residuos sólidos pos cosecha, la bolsa azul que protege el racimo y el nailon que amarra la plantación, se enterraban o se quemaban generando un impacto ambiental negativo y los empezó a recolectar... Así inició Maderas Plásticas de Urabá!
Corría el año 2004 y en otras ciudades del país empezó el auge de las maderas plásticas, al ver este fenómeno, William, empezó a experimentar con la materia prima que había estado recolectando los últimos años, esta era consistente y resistente; ya él no solo reciclaba, también recuperaba y transformaba los residuos. Este modelo conocido como economía circular se interrelaciona con la sostenibilidad, cuyo objetivo es que el valor de los productos, los materiales y los recursos naturales se mantenga en la economía durante el mayor tiempo posible y se reduzca al mínimo la generación de residuos, teniendo en cuenta el principio de «cerrar el ciclo de vida» de los productos, servicios, residuos, materiales, agua y energía. Finalizado el proceso de producción, el producto termina donde empezó, las mismas fincas usan la madera plástica para sus estibas en los almacenamientos, cerramientos, con una duración de 30 a 40 años aproximadamente y, si llegase a perder su vida útil, se puede volver a recuperar para hacer nuevamente el mismo producto.
Continuaríamos diciendo que con el paso de los años las hijas se involucraron en el negocio familiar, con las licencias en regla Maderas Plásticas de Urabá se estableció como pionero de este mercado en la zona y alcanzó su punto de equilibrio… Y todo lo anterior ocurrió, de tal manera que para el año 2016 modificaron la infraestructura de la planta e invirtieron en una maquinaria más moderna.
“Las llamas alcanzaban los 3 metros, el incendió inició un viernes y terminó un lunes, lo perdimos todo. Por los materiales que manejamos no hay un seguro que nos cubra”, recordó Laura Caro, que hoy, dos años después, no se explica cómo lograron comenzar de nuevo e ir pagando las deudas.
Ingresar al programa de Negocios Verdes ha sido la oportunidad de capacitarse y participar en diferentes ferias a nivel nacional para llegar a un mercado más amplio que, por temas culturales, no ven el producto más allá del precio y mucho menos sus ventajas. La estiba convencional dura de 1 a 2 años, la plástica de 35 a 40 años; Distribuciones El Rey estibó todas sus bodegas con este material y hoy ve las ventajas: no tiene proliferación hongos y bacterias que se multiplican en la madera y podían afectar los alimentos.
“Hoy generamos 15 empleos y nuestra producción es cada vez más limpia”, finalizó Laura.
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