Lo que para muchos es basura, ellos la transforman en productos únicos que ya traspasan fronteras, mejoran la calidad de vida de sus familias y aportan al cuidado del medio ambiente. Lo que empezó como una idea en la cabeza de Arelis Sánchez por las condiciones económicas que atravesaba su familia: un esposo enfermo y el anhelo de una hija por ser profesional, fue el motor para que hoy, 2 años después, esa idea sea una realidad y se beneficien más de 15 familias del municipio de San Juan de Urabá, Antioquia.

La Asociación de Carpinteros y Artesanos de Urabá (ARCAPEC), agrupa 11 socios y da empleo a mujeres artesanas cabezas de hogar ubicadas en diferentes veredas del municipio, brindándoles la posibilidad de generar ingresos sin descuidar a sus hijos.

La jornada inicia con los primeros rayos del sol, haciendo la recolección de la materia prima, esa que arroja el mar y muchos vemos como basura, basura que llega con su propia personalidad como dice Arelis, lista para ser tallada.

Conocedores de madera, semillas y raíces con sus particularidades y matices, seleccionan lo mejor de lo mejor y disponen el restante para rellenar los huecos de la playa. El material es transportado unos 200 metros, donde se encuentra una carpintería aliada. Allí estos artistas pulen, miden y dan inicio a una nueva obra.

La creación se da en el taller, ubicado paradójicamente al lado del Cementerio, dando identidad a un trozo de madera entre sus primeras máquinas; la ingletadora y caladora, que dan forma a esos pequeños detalles que hacen únicas estás piezas: cuadros, lámparas, portavasos, mesas y todo lo relacionado con la línea Hogar. El grupo de artesanas trabaja los tejidos con fibras naturales, recolectadas en su mayoría de los sembrados. Fabrican bolsos, carteras, sombreros y monederas para todos los gustos.

“No ha sido fácil”, Arelis no pudo contener las lágrimas al recordar las innumerables veces que fue rechazada y, como el tiempo, el mejor amigo le demostró que la fuerza de los sueños vence las adversidades. “No teníamos máquinas, no sabíamos costear, ni vender, mucho menos relacionarnos o hablar en público, todo suponía un reto”, rememoró nuestra protagonista.

Entender el valor de asociarse fue otro desafío, el esfuerzo y el conocimiento de cada uno combinado con el de todos, conforma un engranaje para hacer productos de buena calidad, comprender esto fue posible gracias a las capacitaciones que los llevaron a decir con convicción, “¡sí es posible, podemos seguir adelante!”

Ahora están enfocados en seguir mejorando la calidad de sus artesanías para participar en todas las ferias a nivel nacional, llevar sus productos a diferentes lugares del mundo y contarle a la gente, a través de ellos, que existe un municipio llamado San Juan de Urabá, donde una Asociación de carpinteros y artesanos aportan al cuidado del medio ambiente desde su negocio verde